PELEGRINA Y EL CASTILLO DE LOS OBISPOS
Nace en Saúca el río Dulce, que a poco se retuerce por el fondo de
pintoresco barranco, hasta formar la bellísima hoz de Pelegrina, contorneando
el decorativo montículo rocoso que sustenta en su cúspide los cuarteados
torreones de antigua fortaleza. El peñón bravío, el castillo evocador que
vigila el lugar tendido en la recuesta, los nogales centenarios compañeros del
río en su abrazo amoroso a la peña ingente, los huertecillos fertilizados con
su clara linfa, los pradales de la vega y el chaparral de las laderas, hacen de
Pelegrina un lugar de ensueño que harto justifica el corrompido nombre del
pueblo; paisaje maravilloso de pocos conocido (no obstante estar tan cerca de
Sigüenza y accesible por carretera), que se continúa variado al infinito
siguiendo el cauce del río hasta cerca de Matillas, donde vierte el Henares su
caudal; si en Pelegrina el conjunto es mezcla de lo bucólico y lo agreste, La
Cabrera es un escenario dantesco digno de lápiz de Gustavo Doré; cuadro de
aguafuerte el de ese pueblecillo encerrado entre desfiladeros temerosos,
mientras que aguas abajo la histórica villa de Aragosa (Faragosa o Fragosa),
como la nombran documentos del siglo XIII) asoma los techos de las casas y la
espadaña de su iglesia entre alamedas umbrosas y rientes hortales, enmarcado el
todo por las agrias cuestas del valle estrecho, coronadas de rocas cortadas a
pico, a las que se asoman árboles montaraces; el valle del Dulce es un
bellísimo rincón de la provincia de Guadalajara, tan pródiga en bellezas naturales
no por poco conocidas, menos encantadoras.
F. Layna Serrano
La Arquitectura Románica en la Provincia
de Guadalajara
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EL LIBRO:
-
ASIN
:
B09LGWT1MY
-
Editorial
:
Independently published
-
Idioma
:
Español
-
Tapa blanda
:
134 páginas
-
ISBN-13
:
979-8764450834
-
Peso del producto
:
231 g
-
Dimensiones
:
13.97 x 0.86 x 21.59 cm
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SUMARIO:
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-I-
PELEGRINA
SU ENTORNO HISTÓRICO-GEOGRÁFICO
Pág. 11
La Geografía. Demografía. La incorporación a Sigüenza. El topónimo. Algunos topónimos del término.
-II-
ENTRANDO EN LA HISTORIA
Pág. 27
La conquista de Sigüenza. Fadrique de Portugal. La iglesia
de Pelegrina.
III-
EL CASTILLO DE LOS OBISPOS
Pág. 51
El castillo de Pelegrina.
-IV-
LA
VENTA DE PELEGRINA
Pág.
65
Los Salazar, señores de la Villa.
-V-
EL SIGLO XVIII
Pág. 75
Pelegrina, Siglo XVIII
-VI-
PELEGRINA, SIGLO XIX
Pág. 85
España en Guerra. Las guerras Carlistas. La vida municipal
en el Siglo XIX. El Pósito. Sacristán-Secretario-Maestro. El Médico Cirujano.
La asistencia médica y farmacéutica. Horno de pan cocer. El Hospital de
beneficencia. Costumbre de guardería de ganado mayor. La campana del Concejo.
Zofra y Ladra. Pelegrina en los Diccionarios. El final de un siglo.
-VII-
NOTAS DEL SIGLO XX, EN PELEGRINA
Pág. 117
Crónica del Siglo XX. El Teatro. Un Alcalde que se impone.
La gripe de 1918. La Iglesia de la Santísima Trinidad. El Parque Natural de la
Hoz del Río Dulce.
CIFUENTES, EL CRIMEN DEL ERMITAÑO
Mucho se escribió en su tiempo en torno al famoso “crimen del ermitaño”,
ocurrido en Cifuentes (Guadalajara), en el mes de febrero de 1905,
cuando comenzaba a celebrarse el tercer centenario del Quijote, Madrid
se preparaba para el gran homenaje a Echegaray y Azorín tomaba las
maletas para viajar a la Mancha con el ánimo de repetir el viaje de don
Quijote, trescientos años después, por aquellas llanuras.
Y mucho se
habló de él, de Bibiano Gil, el ermitaño, y de su muerte. Un suceso, por
las circunstancias que lo rodearon y el misterio en torno a su
protagonista principal, el ya citado Bibiano Gil, que traspasó las
fronteras de la provincial Guadalajara para llegar a Madrid y dar la
vuelta por media España ocupando portadas en periódicos de amplia
tirada, e información con ribetes de novela por entregas.
Los ciegos
cantaron coplas, y por las plazas de muchos pueblos se escucharon los
romances de cordel que hablaron de la vida y milagros del ermitaño
fallecido, así como de su cruel destino.
LA CASA DE PIEDRA. CRÓNICA DE UNA VOLUNTAD
El 19 de marzo de 1907, Lino Bueno Utrilla,
de 58 años de edad; natural de Esteras del Ducado (Soria), y residente en
Alcolea del Pinar (Guadalajara), emprendió la tarea de tallarse una vivienda
dentro de una roca en el pueblo en donde residía con su mujer e hijos.
Nada tenía que ver su obra con las conocidas
viviendas-cueva, excavadas en la arena, en la falda de los cerros, en otros
puntos de la península.
Durante cerca de veinte años, Lino Bueno
horadó el interior de la roca, de rodezno, en la que talló basares para la
cocina, escaleras o ventanas.
Lo que sigue a continuación es parte de
aquella historia; la repercusión del trabajo de un hombre que venció todas las
dificultades en busca de un sueño: tener su propia casa.
ATIENZA. LA PEÑA MUY FUORT
Atienza, la Peña
Muy Fuort del Cantar de Mío Cid es una de las villas castellanas de mayor
renombre histórico a través de los siglos.
Una historia que
ha conformado su pasado y su presente.La Historia, el Arte y el Costumbrismo,
tienen cabida en esta obra, como los tres grandes apartados a estudio, a través
de los que se desarrolla la vida de Atienza.
ATIENZA. LA PEÑA MUY FUORT. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ
Una obra sencilla,
e imprescindible, para conocer Atienza en todos sus aspectos, como complemento
de anteriores publicaciones de su autor, cronista de la villa y tierra de
Atienza, y, quizá, como investigador de su pasado y su presente, la pluma más
autorizada para hablar, y escribir, de la hidalga villa castellana.Una obra, en
suma, a través de la que poder conocer, de manera amena, la villa de Atienza.
ATIENZA. LA PEÑA MUY FUORT. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ
BOTARGA LA LARGA, CARNAVAL EN GUADALAJARA
Uno de los personajes centrales del carnaval en la provincia de
Guadalajara es la figura de la botarga, que con ligeras variantes en
cuanto a su función o vestimenta, aparece en algunas poblaciones y casi
siempre en las festividades relacionadas con el carnaval.
Sin lugar a
dudas ésta es la figura más llamativa por su colorido, y por supuesto
representativa del período carnavalesco de la provincia de Guadalajara.
Una persona disfrazada con aspecto diabólico al que se da el artículo
la, siendo en todos o casi todos los casos representación masculina, y
concretándose sus orígenes en el siglo XVI.
Sin embargo sus antecedentes
son sin duda mucho más remotos y herederos de zarrones, zamarrones o
cagarrones de otros puntos de la península. Aquí hacemos un recorrido a
través de los enmascarados de Guadalajara.
LA FERIA
DE BRIHUEGA
Un
acercamiento a su historia
La feria, según
las enciclopedias, es una institución mercantil de periodicidad generalmente
anual o bianual. En la que se realiza la contratación de la compra venta de
todo tipo de productos, y que está dotada de un régimen jurídico particular que
reglamenta su funcionamiento
Las ferias
fueron, a lo largo de la historia, un motor económico para los pueblos que las
celebraron, así como para sus comarcas, al tiempo que una fuente de ingresos
para el concejo o a través de este para el señor de la tierra.
Desde su establecimiento, se celebraron
ferias a lo largo y ancho de España, y de la provincia de Guadalajara, hasta
épocas recientes, tal y como recordamos las ferias primitivas. Habiendo
quedado, al día de hoy, reducidas en la mayoría de los casos a una, o unas
jornadas festivas, en las que se recuerdan oficios primitivos.
La historia de la actual provincia de
Guadalajara nos lleva a recordar que la feria
provincial más antigua fue la de Brihuega, que viene de 1215. La de Cifuentes
es concesión de Fernando III en 1242, y en Tamajón conservan el documento real
signado por Alfonso X, en 1259, autorizando la feria.
Tras
estas, parejas en el tiempo, llegarían muchas más.
FRANCISCO LAYNA SERRANO. El Señor de los
Castillos. Otra Historia de Guadalajara
Francisco Layna Serrano es, quizá, el personaje más relevante de la
cultura del siglo XX en Guadalajara.
Hijo de médico rural nació en Luzón el 27 de junio de 1893, y en Ruguilla pasaría su infancia hasta llegar al
Instituto de Guadalajara, donde se hizo Bachiller; de aquí pasó a la
Universidad madrileña para licenciarse en Medicina en 1916, especializándose en
otorrinolaringología.
Colaboró
en diversas revistas médicas, dando a la imprenta obras de referencia para su
época, como “Ensayos sobre Otorrinolaringología” (1921), o “Reflexoterapia
endonasal” (1929). Sin embargo, la dedicación a la historia de su tío Manuel
Serrano Sanz, le hizo inclinarse por ella al ser nombrado, Serrano Sanz,
Cronista Provincial.
Con
su primer trabajo “El Monasterio de Óvila” (1932), se dio a conocer en la
provincia al alzar la voz contra la expatriación del monumento. A continuación
vio la luz su obra: “Castillos de Guadalajara” (1933).
A
la muerte de su tío Manuel le sucedió en el cargo de Cronista Provincial,
ingresando, como Académico correspondiente, en las Reales de Bellas Artes y de
la Historia, publicando otro de sus libros: “La arquitectura románica en la
provincia de Guadalajara” (1935). Posteriormente la que será una de sus grandes
obras: “La Historia de Guadalajara y sus Mendozas” (1942), que le valdría el
premio Fastenrath, así como el ingreso en la Hispanic Society of América.
Los “Conventos antiguos de Guadalajara” (1945); la “Historia de la Villa
de Atienza” (1946), y la “Historia de la Villa condal de Cifuentes” (1955),
formarán parte de sus grandes obras, junto con numerosos estudios y monografías
provinciales, entre las que cabe citarse La Caballada de Atienza o el Palacio
del Infantado de Guadalajara.
ANTONIO
MACHADO. LIGERO DE EQUIPAJE
El 22 de febrero de 1939 fallecía
en Colliure (Francia), el poeta español Antonio Machado. Había cruzado la
frontera, desde Barcelona, apenas un mes antes.
Comenzaba, con la partida de
Barcelona, en los últimos días del mes de enero, el fin de sus días. Un final
que comenzó tres años antes, cuando desde Madrid tuvo que trasladarse a
Valencia y de Valencia a Barcelona.
Vivió el fin de la guerra
refugiado en aquella ciudad, desde la que observo los bombardeos aéreos y vio como poco a poco España era pasto de la
guerra. Una guerra que también llegó a su familia, puesto que su hermano
Manuel, con quien había colaborado literariamente, se encontraba en la otra
parte de España, la que se sumó al Golpe Militar que llevó a la división
española, y a las armas.
Antes de llegar a aquel punto,
la vida de Machado había estado dedicada al estudio; a sus clases en diversos
institutos y por encima de todo, a la poesía.
Es el gran poeta de la España
del primer tercio del siglo XX; el cantor, por encima de todo, de los campos de
Castilla.
En esta sencilla obra se
recuerdan los pasos principales de Antonio Machado por Soria y por Segovia y,
se siguen los últimos días de su vida, los que le llevaron desde Barcelona a
encontrarse con la muerte en Colliure.
(Esta obra obtuvo uno de los premios nacionales a la “recreación histórico-literaria”,
en la I Semana de la Novela Histórica, en 2015)
MARANCHÓN, Y SUS MULETEROS
Al menos desde finales del siglo XVII, y
hasta mediada la década de 1950 del siglo XX, la provincia de Guadalajara tuvo
entre sus gentes a un numeroso grupo de personas que se dedicaron al trato o la
compra-venta de animales de labor; a la arriería así como a la cría y venta de
ganado mular, asnal y caballar.
Tratantes y muleteros que pasaron a la épica
literaria a través de la pluma del insigne literato Benito Pérez Galdós, quien
glosó en sus Episodios Nacionales, haciéndose eco de las crónicas periodísticas
de la época, a los famosos “muleteros de
Maranchón”, como han pasado a la historia; en realidad, tratantes de ganado
mular. La descripción que de ellos nos hace Galdós en su Narváez es, quizá, una de las mejores definiciones de su tiempo,
teniendo en cuenta que se escribió en los inicios del siglo XX, refiriéndose a
la función comercial que estas gentes desarrollaban a mediados del siglo XIX,
cuando la escena tiene lugar:
La
soledad de Atienza se alegró estos días con la llegada de los maranchoneros...
Son estos habitantes del no lejano pueblo de Maranchón, que desde tiempo
inmemorial viene consagrado a la recría y tráfico de mulas. Ello es que
recorren hoy ambas Castillas con su mular rebaño, y por su continua movilidad, por
su hábito mercantil y su conocimiento de tan distintas regiones, son una
familia, por no decir raza, muy despierta, y tan ágil de pensamiento como de
músculos. Alegran a los pueblos y los sacan de su somnolencia, soliviantan a
las muchachas, dan vida a los negocios y propagan las fórmulas del crédito: es
costumbre en ellos vender al fiado las mulas, sin más requisito que un pagaré
cuya cobranza se hace después en estipuladas fechas; traen las noticias antes
que los ordinarios, y son los que difunden por Castilla los dichos y modismos
nuevos de origen matritense o andaluz. Su traje es airoso, con tendencias al
empleo de colorines, y con carreras de moneditas de plata, por botones, en los
chalecos; calzan borceguíes; usan sombrero ancho o montera de piel; adornan sus
mulitas con rojos borlones en las cabezadas y pretales, y les cuelgan
cascabeles para que al entrar en los pueblos anuncien y repiqueteen bien la
errante mercancía.
Todo
Atienza se echó a la calle a la llegada de los maranchoneros con ciento y
pico de mulas preciosas, bravas, de limpio pelo y finísimos cabos, y mientras
les daban pienso, empezaron los más listos y charlatanes a dar y tomar lenguas
para colocar algunos pares…
Tratantes, arrieros y muleteros, que
salieron a los caminos; ganaron y perdieron fortunas; portaron lenguaje o jerga
propia: el chalán; más conocido en
aquella tierra como Migaña o Mingaña, y dejaron su seña de identidad
en algunos pueblos de la provincia y fuera de ella, donde al día de hoy todavía
se conserva la memoria de su paso, y de su oficio.
Paso, oficio y memoria, que nos remite, por
encima de otros, y siguiendo la épica literaria, a Maranchón y sus famosos
tratantes, mal retratados por la prensa –La Ilustración Española y Americana,
enero de 1879- en el último tercio del siglo XIX:
Su vida tiene mucho que ver con la de los
gitanos, y aunque los muleteros maranchoneros, son por lo general paisanos del
inmortal don Quijote, hay motivos para presumir, dadas sus costumbres, que
cuando menos son una rama desprendida del árbol de la gitanería.
El sirviente del muletero se ha criado en el
campo, ha pasado todas las noches de su vida al raso, puede contar a los poetas
que se levantan a las doce, cómo sale la aurora; ni conoce el frío ni el calor,
come siempre con buen apetito. Duerme sobre la tierra sin más almohada que su
castoreño y nadie le gana a escamotear lo que encuentra al paso, ponderar las
cualidades de las muletas, apurar un jarro de vino y dar una puñalada al lucero
del alba.
No le habléis de política, de arte, de
nervios; no os entenderá. Preguntarle por el pelo de las mulas, por los
corvejones, por el diente, habladle de las ferias y le veréis animarse. Está en
su salsa.
El amo es lo que se llama un hombre rico.
Tiene mucha gramática parda y no hay orador más elocuente que él cuando se
trata de vender una mula.
Después de recorrer las ferias vuelve a su
casa, llevando una saya a su mujer y pañuelos de yerbas a sus hijas, y vuelta a
la faena.
Estos tipos desaparecerán muy pronto por
completo, porque las onzas se acabarán y ellos no entienden de otra moneda”.
LA GUERRILLA DEL EMPECINADO EN GUADALAJARA (1809-1813)
El día 2 de mayo de 1808 en las primeras
horas de la mañana, y desde mucho antes del amanecer, hay en Madrid un inusual
movimiento de carruajes en torno al Palacio Real que, dadas las circunstancias
por las que últimamente atraviesa el reino, no pasan desapercibidos para los
vecinos.
Las puertas del Palacio Real se encuentran
abiertas desde que comenzó a clarear y los cocheros parecen estar dispuestos
para lo que aparenta ser un largo viaje.
Los rumores de que los últimos miembros que
quedan de la familia real se disponen a abandonar el edificio corren por los
alrededores como un reguero de pólvora, y ese rumor es suficiente para que se
vayan congregando a su alrededor un buen número de madrileños, que siguen con
atención todo cuando ocurre en el entorno.
Alrededor de las nueve de la mañana la reina
viuda de Etruria por su matrimonio con Luis de Parma, Su Alteza Real doña María
Luisa de Borbón, junto a sus hijos, sale de Palacio y ocupa el primer carruaje,
y sin que nadie se interponga en su camino ni aparente la más mínima ira, sale
del recinto; eso sí la sigue la mirada curiosa de un buen número de ciudadanos
que se apartan a su paso.
A la Infanta de España, puesto que lo es por
hija del rey Carlos IV, los tratos secretos hechos con Joaquín Murat, quien ya
se veía coronado rey de España, la han granjeado la antipatía del pueblo de
Madrid, que no reacciona ante su partida.
Meses después Juan Martín Díaz, a quien
apodarían El Empecinado, llegaría a la provincia de Guadalajara para convertirse
en el primer guerrero contra los invasores, hasta ser conocido como “El terror
de los franceses”.
A través de la obra iremos descubriendo, una
a una, sus acciones por los pueblos de una provincia de Guadalajara que quedó,
durante aquellos años que mediaron entre 1808 y 1814, bajo el dominio francés,
combatido por Juan Martín.
La Guerrilla del Empecinado en Guadalajara, el libro, pulsando aquí
El 22 de diciembre de 1833, la ciudad de
Guadalajara, tres meses después de la muerte del rey Fernando VII, proclamaba
reina de España a quien su padre designó como heredera, la pequeña Isabel de
Borbón y Parma, una niña de apenas tres años de edad quien reinaría con el
nombre de Isabel II.
Para dar el paso de recibir la corona su
padre, meses antes de su muerte, había instado a la derogación de la Ley
Sálica, que prohibía reinar a las mujeres, haciendo que con ello perdiese sus
derechos quien, a falta de heredero varón, y antes de la entrada en vigencia de
la Ley, hubiese correspondido el trono, su hermano don Carlos María Isidro de
Borbón, hijo como Fernando VII del rey Carlos IV.
Previamente a la muerte del rey, y tras la
derogación de la Ley, el entonces infante anunció que, caso de proclamarse como
reina de España a Isabel, declararía la guerra.
Se encontraba don Carlos, cuando aquello
sucedió, desterrado en Portugal. Desde allí dio a conocer sus intenciones a
través del “Manifiesto de Abrantes”, el 1º de octubre de aquel año, dos días
después de la muerte del rey, fallecido el 29 de septiembre. Aquello era el
comienzo de la Primera Guerra Carlista.
Por Guadalajara pasaron numerosos facciosos,
o guerrilleros, de ellos tratamos. De Vicente Batanero y el secuestro de
Baltasar Carrillo; de Juan Ballesteros, padre e hijo, conocidos como los
Tiradores de Luzaga; del asistente de Balmaseda; del cura de Solera; del de la
Bodera; del Feo de Buendía; de Padre Eterno; de Josefa la Cachorra; los Salazar
de Fuencemillán; Antonio Caja o Julián Hualde, que pusieron nombre a una guerra
que, como todas, nunca debió de haberse producido.
PAREDES DE SIGÜENZA. CRUCE DE CAMINOS.
Aportes para una historia
Se encuentra Paredes de Sigüenza en el
extremo norte de la provincia de Guadalajara, al pie de los altos de su nombre
que separan las actuales provincias de Guadalajara y Soria, dentro de la
amplitud de la llanura conocida como “Valle
del Salado”, por discurrir a lo largo de este el río que con sus aguas dio
pie a la formación en el valle de decenas de explotaciones salineras producto
de la desecación de las aguas cuando todo este territorio se encontraba ocupado
por ellas. Un mar que llegaba hasta el interior de la península y que dejó en
las entrañas de esta tierra, con su desecación, lo que habría de ser con el
pasar de los siglos una de las riquezas principales, no sólo del valle, también
de la provincia.
Los estudiosos de la materia, al
hablarnos de las salinas de la provincia de Guadalajara y concretar sobre las
que se sitúan en torno al valle del río Salado y comarcas de Atienza-Sigüenza,
nos dan cuenta de que los terrenos se encuentran formados por consecutivos
depósitos de margas, yesos y arcillas:
…reductos
de un mar primigenio que anegó las tierras del interior peninsular; aparecen
surcados en sentido más o menos norte-sur, por diferentes cuencas tributarias
de los rebordes del Sistema Central que buscan verter sus aguas sobre una de
las principales redes hidrográficas de España: el Tajo. Un tributario de esta
red es el río Henares, y a su vez el río Salado lo es del anterior. Su nombre
indica su principal característica: desde sus orígenes en torno a la Laguna de
“El Madrigal”, discurre cargado de sales procedentes del tajo que el curso de
las aguas produjo en las arcillas del Keuper, masivas de este territorio[1].
Continúan estos autores describiéndonos el
terreno, dándonos cuenta de que el río Salado nace en el término de Paredes de
Sigüenza, a los pies de la Sierra Gorda, conformando el conjunto del valle un
peculiar trazado en zig-zag, al que se adapta el propio río conformado por
varios tramos de norte a sur: el valle de Bochones, el valle de los Prados o de
Atienza, el valle de Valdelcubo, el valle de la Riba, el valle del
Salado-Vadillo, el valle del Atance y el valle de la Paramera de Baides. Siendo
sus principales afluentes, salvo el Gormellón que lo hace por la derecha, el
resto por la izquierda, el Berral, Querencia, Bretes y Vadillo.
Justo es, en este punto, dejar constancia de
la denominación de “Salado” para un
buen número de ríos y arroyos a lo largo de la Península; incluso en la
provincia de Guadalajara son numerosas las denominaciones si bien tal vez la
más significativa sea la del río Linares, al que igualmente se le denominó “Salado”. Igualmente encontraremos la
misma denominación en riachuelos y arroyos que bordean o bordearon las salinas
provinciales.
Hoy la población se encuentra en uno de esos
puntos centrales de nuestra España vaciada, en la que domina el silencio.
Pero, a pesar de ese silencio a que nuestros
pueblos, y con ellos Paredes, han quedado condenados, la villa se mantendrá
viva, mientras alguien la recuerde y nos quede un testimonio para poder dar fe
de que tuvo una historia, unas vivencias, muchas cosas que contar de las que, las
páginas que componen esta obra, pueden ser el comienzo.
JUAN
BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA:
La figura de este célebre segoviano es tan
saliente en la historia del alzamiento de las Comunidades como desconocidos e
ignorados los detalles principales de su vida. Se sabe de él únicamente que fue
de noble alcurnia, Regidor por derecho propio en el municipio segoviano;
caballero de acostamiento, o sea, contino de la Casa Real con cuarenta mil
maravedís de sueldo por su obligación de salir a campaña con la hueste regia
cuando el rey le llamara, y una de las personas de más distinción y prestigio
en la ciudad por la rectitud de su proceder y la claridad de su entendimiento.
JUAN BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí
JUAN BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí
Unos años antes de la conmoción popular,
cuando el Cardenal Cisneros con superior clarividencia se propuso organizar, y
organizó la milicia regular que hasta entonces no existía, como medio de
contrarrestar el poderío absorbente de los magnates y los desmanes de los
pueblos, se valió de capitanes expertos que en diferentes provincias reclutasen
soldados escogidos para aquella milicia salvadora, tronco y raíz del ejército
permanente que hoy tenemos. Juan Bravo fue enviado por Cisneros a La Rioja,
donde sino encontró la resistencia activa que Valladolid, Sevilla y otras
poblaciones opusieron a los propósitos del Cardenal Regente, pudo convencerse,
y así lo escribió al propio Cardenal en carta que la historia registra, de que
por entonces más querían dinero los
pueblos, que libertades.
Cumplido su cometido, con mayor fortuna que
otros capitanes, volvió a Segovia, donde la vida pacífica y tranquila de
ordinario se deslizaba penosamente entre el general descontento por la larga
permanencia del rey en Alemania, y más tarde por los abusos de los gobernantes,
sobre todo desde las expoliaciones escandalosas del Sr. de Xebres y los demás flamencos, traídos en 1517 por el Monarca.
Crecientes los abusos, el descontento y la fermentación tumultuaria de las
quejas populares, sucedió lo que no podía menos de suceder al enterarse la
pública opinión no sólo del propósito del rey de volver a Alemania para ceñirse
aquella corona por fallecimiento de su abuelo Maximiliano, sino por el excesivo
servicio de millones concedido por las Cortes de la Coruña al poder real,
mediante los cohechos y prevaricaciones de algunos Procuradores, y entre ellos,
según se susurraba, los de nuestra ciudad.
En rebeldía más o menos encubierta una gran
parte de la nación desde 1519, y sobreexcitado el vulgo por el común disgusto y
por las acaloradas instigaciones de Toledo, acaecieron en este pacífico pueblo
de Segovia los trágicos asesinatos de los alguaciles Melón y Portal y el del
Procurador Rodrigo de Tordesillas; pero de semejantes crímenes, hijos única y
exclusivamente del furor de la desmandada plebe, no es culpable directa ni
indirectamente el caballero Juan Bravo…
Juan
Bravo fue, sí, pocos días después, el jefe de la rebelión de Segovia, cuando la
resistencia de las ciudades, villas y lugares se fue generalizando contra el
abusivo poder elegido por el rey al salir para Alemania… (Carlos de Lecea y
Garcia: Relación Histórica de los Principales Comuneros Segovianos. Segovia,
1906)
En
esta obra, segunda edición ampliada de la ya publicada “Juan Bravo, de Atienza
a Villalar”, el autor nos pone al día en la figura del insigne comunero
segoviano, añadiéndonos cuantos datos se conocen en torno a su monumento, la
búsqueda de sus restos, sus orígenes, familia, etc.
Una
obra que pone al día una de las figuras más representativas de la Guerra de las
Comunidades de Castilla.
JUAN BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí
GUADALAJARA Y SUS SANTAS RELIQUIAS
En el cristianismo el culto a
las reliquias se inició en el siglo IV, sin embargo, la prohibición vigente en
el Imperio Romano de abrir los sepulcros, impuso el hábito de extender la
veneración a paños que habían hecho pasar por dichos sepulcros, o al aceite de
las lámparas que los iluminaban, como ejemplo puedo citar que en la propia
villa de Atienza, los devotos solían llevarse el aceite de la lámpara votiva
del Cristo del Amparo, patrono la villa, en la creencia de que era milagrosa.
Pronto se dejaron de cumplir aquellas disposiciones romanas, sobre todo en
Oriente, a donde llegaron las reliquias de San Juan Bautista, San Esteban y de
otros muchos santos de la cristiandad.
GUADALAJARA Y SUS SANTAS RELIQUIAS (I). El libro pulsando aquí
Si bien en sus comienzos la
iglesia fue contraria a las reliquias, abominando incluso de quienes hubiesen
estado en contacto con los cadáveres.
Po
supuesto que las reliquias más importantes dentro de la iglesia católica son
las que forman parte de la vida y muerte de Jesús, de la Virgen María, de los
Apóstoles…, y entre todas ellas, las reliquias de la Pasión.
De las
espinas de la corona algunas llegaron a la provincia de Guadalajara, donde se
conservan al menos en las poblaciones de Atienza
y Prados Redondos. También llegaron a la catedral de Sigüenza; así como a las iglesias de Alcocer y de San Andrés, en Guadalajara.
Su
historia, en ocasiones, puede resultar demasiado enrevesada, puesto que se
alternan realidad y leyenda. Lo conocido, en la mayoría de las ocasiones,
comienza a estar escrito a partir de los siglos XVI o XVII –cuando lo está-, en
otras es una simple referencia.
También
llegaron decenas de Lignum crucis; alguna Santa Sábana, una piedra de la
circuncisión…; y muchas más reliquias de santos, apóstoles y mártires… una muela
de Santa Apolonia, una espalda de un Santo Inocente; la cabeza de San
Fortunato; un dedo de San Blas…
GUADALAJARA Y SUS SANTAS RELIQUIAS (I). El libro pulsando aquí
Albalate de Zorita, Alcocer; Almoguera,
Almonacid de Zorita, Anquela del Pedregal, Atance, Atanzón; Atienza; Barbolla,
La; Brihuega; Budia; Cantalojas, Cifuentes; Cogolludo; Córcoles, Escamilla;
Fuencemillán; Fuentelencina, Fuentenovilla, Guadalajara; Gualda; Henche; Hita; Humanes
de Mohernando… Son sólo algunas de las poblaciones de las que se habla en esta
obra; por supuesto que no están todas las que, dentro de la provincia de
Guadalajara, conservan algún tipo de reliquia, pero sí, al menos, al más
conocidas. El resto llegarán después.
MARÍA PACHECO, LA Comunera de Toledo
Desde la muerte de la reina Isabel la Católica, Castilla vivió en
continúas alteraciones; primero con el regimiento de su viudo, el rey Fernando
de Aragón; después con el de Francisco Jiménez de Cisneros, quien lo regentó en
nombre de su nieto, Carlos I, ante la supuesta locura de la reina Juana, a
quien correspondía reinar.
MARÍA PACHECO, EL LIBRO, AQUÍ
La llegada de Carlos I, el nombramiento de
gobernadores flamencos para regir el reino y sus principales obispados,
llevaría a un enfrentamiento civil que terminó en la jornada de Villalar,
cuando el 23 de abril de 1521 se enfrentaron sus ejércitos y los de las
ciudades alzadas en nombre de las Comunidades de Castilla. Un día después, el
día 24, los principales capitanes, Padilla, Bravo y Maldonado, representantes
de Toledo, Segovia y Salamanca, fueron ejecutados públicamente.
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La viuda de Padilla, María Pacheco de Mendoza, hija del Conde de
Tendilla, Gobernador de Grana-da, sostuvo en alto los pendones de Toledo,
enfrentándose al Rey Emperador durante nueve meses más. Hasta que pacificadas
las fronteras, amenazadas por el rey de Francia en Navarra, pudo acometer la
conquista final de rendir Toledo a su obediencia.
María Pacheco de Mendoza nació en Granada, hacía 1496… La historia la
conoce como “La Leona de Castilla”, o “El último Comunero”, o “La Brava
Hembra”, o simplemente, María Pacheco.
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El autor nos sitúa en su época, en el antes y el después de la Guerra,
siguiendo el relato que en su tiempo dejase escrito Diego Sigeo, a quien da
palabra para conformar lo que pudieron ser aquellos años, desde la perspectiva
de ambos, María Pacheco y Diego de Sigeo, quien se convirtió en su preceptor de
Humanidades.
María Pacheco falleció en Oporto, siendo enterrada en aquella catedral,
conforme a lo que apunta Diego de Sigeo en la obra a la que se sigue en este
relato: “Relación sumaria del comienzo y
suceso de las guerras civiles que llamaron Las Comunidades de Castilla, de cuya
causa se recogió la muy ilustre Señora Doña María Pacheco, que fue casada con
Don Juan de Padilla a Portugal”.
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LAS MADERADAS Y LOS GANCHEROS DEL TAJO
El transporte fluvial de la madera en Guadalajara
El río Tajo es el más largo de la Península
Ibérica, atravesando una gran parte de ella desde su nacimiento en los Montes
Universales, en la Sierra de Albarracín, hasta unir sus aguas con las del
Océano Atlántico por Lisboa, tierras de Portugal. A lo largo de sus 1.007
kilómetros de recorrido atraviesa parte de las provincias de Teruel, Cuenca,
Guadalajara, Madrid, Toledo y Cáceres, por aquí se adentra y pierde en el país
vecino.
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Fue también uno de los más caudalosos de la
provincia, y por su extensión de los que más afluentes recibe, y recibió. En la
actualidad su curso se interrumpe con embalses y pantanos, en Guadalajara y
Cáceres principalmente. Embalses y pantanos que de alguna manera comenzaron a
interrumpir una de las industrias que, nacidas conforme cuentan algunas
historias en los años finales del siglo XV llegó hasta los años medios del
siglo XX, cuando embalses y pantanos hicieron poco menos que aquella
desapareciese. También es cierto que la moderna industrialización ayudó a ello.
Se trataba del transporte de maderas a flote por las aguas. Las conocidas
maderadas. Una forma sencilla y económica de transporte, aunque no fuese nada
rápida y dependiese, más que de la destreza o habilidad de los hombres, de la
fuerza y corriente del río, por ello el tiempo del transporte de la madera por
el río solía iniciarse en los últimos días del invierno e inicios de la
primavera, para aprovechar los deshielos de las cumbres que a través de los
afluentes engordasen el río, cesaban por algunos meses a partir de septiembre u
octubre, con la llegada de los fríos invernales.
Cuentan las viejas historias que la vez
primera en la que por el Tajo bajaron desde las altas sierras de la comarca de
Molina de Aragón las maderas fue cuando el cardenal don Pedro González de
Mendoza ideó la construcción en Toledo del Hospital de la Santa Cruz. Un
Hospital para la acogida a los niños huérfanos y desamparados de la ciudad en
el que se emplearía, como en las construcciones de aquellos tiempos, mucha
madera.
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Entramos,
con esta obra, en el mundo del transporte fluvial de la madera a través del río
Tajo, en la provincia de Guadalajara
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