MARANCHÓN, Y SUS MULETEROS
Al menos desde finales del siglo XVII, y
hasta mediada la década de 1950 del siglo XX, la provincia de Guadalajara tuvo
entre sus gentes a un numeroso grupo de personas que se dedicaron al trato o la
compra-venta de animales de labor; a la arriería así como a la cría y venta de
ganado mular, asnal y caballar.
Tratantes y muleteros que pasaron a la épica
literaria a través de la pluma del insigne literato Benito Pérez Galdós, quien
glosó en sus Episodios Nacionales, haciéndose eco de las crónicas periodísticas
de la época, a los famosos “muleteros de
Maranchón”, como han pasado a la historia; en realidad, tratantes de ganado
mular. La descripción que de ellos nos hace Galdós en su Narváez es, quizá, una de las mejores definiciones de su tiempo,
teniendo en cuenta que se escribió en los inicios del siglo XX, refiriéndose a
la función comercial que estas gentes desarrollaban a mediados del siglo XIX,
cuando la escena tiene lugar:
La
soledad de Atienza se alegró estos días con la llegada de los maranchoneros...
Son estos habitantes del no lejano pueblo de Maranchón, que desde tiempo
inmemorial viene consagrado a la recría y tráfico de mulas. Ello es que
recorren hoy ambas Castillas con su mular rebaño, y por su continua movilidad, por
su hábito mercantil y su conocimiento de tan distintas regiones, son una
familia, por no decir raza, muy despierta, y tan ágil de pensamiento como de
músculos. Alegran a los pueblos y los sacan de su somnolencia, soliviantan a
las muchachas, dan vida a los negocios y propagan las fórmulas del crédito: es
costumbre en ellos vender al fiado las mulas, sin más requisito que un pagaré
cuya cobranza se hace después en estipuladas fechas; traen las noticias antes
que los ordinarios, y son los que difunden por Castilla los dichos y modismos
nuevos de origen matritense o andaluz. Su traje es airoso, con tendencias al
empleo de colorines, y con carreras de moneditas de plata, por botones, en los
chalecos; calzan borceguíes; usan sombrero ancho o montera de piel; adornan sus
mulitas con rojos borlones en las cabezadas y pretales, y les cuelgan
cascabeles para que al entrar en los pueblos anuncien y repiqueteen bien la
errante mercancía.
Todo
Atienza se echó a la calle a la llegada de los maranchoneros con ciento y
pico de mulas preciosas, bravas, de limpio pelo y finísimos cabos, y mientras
les daban pienso, empezaron los más listos y charlatanes a dar y tomar lenguas
para colocar algunos pares…
Tratantes, arrieros y muleteros, que
salieron a los caminos; ganaron y perdieron fortunas; portaron lenguaje o jerga
propia: el chalán; más conocido en
aquella tierra como Migaña o Mingaña, y dejaron su seña de identidad
en algunos pueblos de la provincia y fuera de ella, donde al día de hoy todavía
se conserva la memoria de su paso, y de su oficio.
Paso, oficio y memoria, que nos remite, por
encima de otros, y siguiendo la épica literaria, a Maranchón y sus famosos
tratantes, mal retratados por la prensa –La Ilustración Española y Americana,
enero de 1879- en el último tercio del siglo XIX:
Su vida tiene mucho que ver con la de los
gitanos, y aunque los muleteros maranchoneros, son por lo general paisanos del
inmortal don Quijote, hay motivos para presumir, dadas sus costumbres, que
cuando menos son una rama desprendida del árbol de la gitanería.
El sirviente del muletero se ha criado en el
campo, ha pasado todas las noches de su vida al raso, puede contar a los poetas
que se levantan a las doce, cómo sale la aurora; ni conoce el frío ni el calor,
come siempre con buen apetito. Duerme sobre la tierra sin más almohada que su
castoreño y nadie le gana a escamotear lo que encuentra al paso, ponderar las
cualidades de las muletas, apurar un jarro de vino y dar una puñalada al lucero
del alba.
No le habléis de política, de arte, de
nervios; no os entenderá. Preguntarle por el pelo de las mulas, por los
corvejones, por el diente, habladle de las ferias y le veréis animarse. Está en
su salsa.
El amo es lo que se llama un hombre rico.
Tiene mucha gramática parda y no hay orador más elocuente que él cuando se
trata de vender una mula.
Después de recorrer las ferias vuelve a su
casa, llevando una saya a su mujer y pañuelos de yerbas a sus hijas, y vuelta a
la faena.
Estos tipos desaparecerán muy pronto por
completo, porque las onzas se acabarán y ellos no entienden de otra moneda”.
SUMARIO:
Maranchón y sus muleteros / 9
-I-
Maranchón, su tierra y sus gentes /15
-II-
Los orígenes de la muletería en Maranchón / 33
-III-
La Feria de Maranchón
-IV-
Maranchón, y las ferias de Guadalajara / 55
-V-
Los Muleteros de Maranchón, en la feria
-VI-
Los tratantes de Maranchón, realidad y ficción / 87
-VII-
El mundo de los muleteros / 101
-VIII-
Vocabulario, aspectos y mañas para entender el mundo de la
muletería / 111
Anexos
Cuadrillas de muleteros de Maranchón 1899/1904
- Tapa blanda: 120 páginas
- Editor: Independently published
- Idioma: Español
- ISBN-13: 979-8617131781
- ASIN: B0851LN6LD
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