lunes, 24 de febrero de 2020

MARANCHÓN, Y SUS MULETEROS


MARANCHÓN, Y SUS MULETEROS

   Al menos desde finales del siglo XVII, y hasta mediada la década de 1950 del siglo XX, la provincia de Guadalajara tuvo entre sus gentes a un numeroso grupo de personas que se dedicaron al trato o la compra-venta de animales de labor; a la arriería así como a la cría y venta de ganado mular, asnal y caballar.



   Tratantes y muleteros que pasaron a la épica literaria a través de la pluma del insigne literato Benito Pérez Galdós, quien glosó en sus Episodios Nacionales, haciéndose eco de las crónicas periodísticas de la época, a los famosos “muleteros de Maranchón”, como han pasado a la historia; en realidad, tratantes de ganado mular. La descripción que de ellos nos hace Galdós en su Narváez es, quizá, una de las mejores definiciones de su tiempo, teniendo en cuenta que se escribió en los inicios del siglo XX, refiriéndose a la función comercial que estas gentes desarrollaban a mediados del siglo XIX, cuando la escena tiene lugar:


La soledad de Atienza se alegró estos días con la llegada de los maranchoneros... Son  estos habitantes del no lejano pueblo de Maranchón, que desde tiempo inmemorial viene consagrado a la recría y tráfico de mulas. Ello es que recorren hoy ambas Castillas con su mular rebaño, y por su continua movilidad, por su hábito mercantil y su conocimiento de tan distintas regiones, son una familia, por no decir raza, muy despierta, y tan ágil de pensamiento como de músculos. Alegran a los pueblos y los sacan de su somnolencia, soliviantan a las muchachas, dan vida a los negocios y propagan las fórmulas del crédito: es costumbre en ellos vender al fiado las mulas, sin más requisito que un pagaré cuya cobranza se hace después en estipuladas fechas; traen las noticias antes que los ordinarios, y son los que difunden por Castilla los dichos y modismos nuevos de origen matritense o andaluz. Su traje es airoso, con tendencias al empleo de colorines, y con carreras de moneditas de plata, por botones, en los chalecos; calzan borceguíes; usan sombrero ancho o montera de piel; adornan sus mulitas con rojos borlones en las cabezadas y pretales, y les cuelgan cascabeles para que al entrar en los pueblos anuncien y repiqueteen bien la errante mercancía.

Todo Atienza se echó a la calle a la llegada  de los maranchoneros con ciento y pico de mulas preciosas, bravas, de limpio pelo y finísimos cabos, y mientras les daban pienso, empezaron los más listos y charlatanes a dar y tomar lenguas para colocar algunos pares…




   Tratantes, arrieros y muleteros, que salieron a los caminos; ganaron y perdieron fortunas; portaron lenguaje o jerga propia: el chalán; más conocido en aquella tierra como Migaña o Mingaña, y dejaron su seña de identidad en algunos pueblos de la provincia y fuera de ella, donde al día de hoy todavía se conserva la memoria de su paso, y de su oficio.

   Paso, oficio y memoria, que nos remite, por encima de otros, y siguiendo la épica literaria, a Maranchón y sus famosos tratantes, mal retratados por la prensa –La Ilustración Española y Americana, enero de 1879- en el último tercio del siglo XIX:

   Su vida tiene mucho que ver con la de los gitanos, y aunque los muleteros maranchoneros, son por lo general paisanos del inmortal don Quijote, hay motivos para presumir, dadas sus costumbres, que cuando menos son una rama desprendida del árbol de la gitanería.
   El sirviente del muletero se ha criado en el campo, ha pasado todas las noches de su vida al raso, puede contar a los poetas que se levantan a las doce, cómo sale la aurora; ni conoce el frío ni el calor, come siempre con buen apetito. Duerme sobre la tierra sin más almohada que su castoreño y nadie le gana a escamotear lo que encuentra al paso, ponderar las cualidades de las muletas, apurar un jarro de vino y dar una puñalada al lucero del alba.
   No le habléis de política, de arte, de nervios; no os entenderá. Preguntarle por el pelo de las mulas, por los corvejones, por el diente, habladle de las ferias y le veréis animarse. Está en su salsa.
   El amo es lo que se llama un hombre rico. Tiene mucha gramática parda y no hay orador más elocuente que él cuando se trata de vender una mula.
   Después de recorrer las ferias vuelve a su casa, llevando una saya a su mujer y pañuelos de yerbas a sus hijas, y vuelta a la faena.
   Estos tipos desaparecerán muy pronto por completo, porque las onzas se acabarán y ellos no entienden de otra moneda”.









SUMARIO:

Maranchón y sus muleteros / 9

-I-
Maranchón, su tierra y sus gentes /15

-II-
Los orígenes de la muletería en Maranchón / 33

-III-
La Feria de Maranchón

-IV-
Maranchón, y las ferias de Guadalajara / 55

-V-
Los Muleteros de Maranchón, en la feria

-VI-
Los tratantes de Maranchón, realidad y ficción  / 87

-VII-
El mundo de los muleteros / 101

-VIII-
Vocabulario, aspectos y mañas para entender el mundo de la muletería / 111

Anexos
Cuadrillas de muleteros de Maranchón 1899/1904





  • Tapa blanda: 120 páginas
  • Editor: Independently published
  • Idioma: Español
  • ISBN-13: 979-8617131781
  • ASIN: B0851LN6LD








No hay comentarios:

Publicar un comentario