miércoles, 17 de noviembre de 2021

PELEGRINA Y EL CASTILLO DE LOS OBISPOS

 PELEGRINA Y EL CASTILLO DE LOS OBISPOS

   Nace en Saúca el río Dulce, que a poco se retuerce por el fondo de pintoresco barranco, hasta formar la bellísima hoz de Pelegrina, contorneando el decorativo montículo rocoso que sustenta en su cúspide los cuarteados torreones de antigua fortaleza. El peñón bravío, el castillo evocador que vigila el lugar tendido en la recuesta, los nogales centenarios compañeros del río en su abrazo amoroso a la peña ingente, los huertecillos fertilizados con su clara linfa, los pradales de la vega y el chaparral de las laderas, hacen de Pelegrina un lugar de ensueño que harto justifica el corrompido nombre del pueblo; paisaje maravilloso de pocos conocido (no obstante estar tan cerca de Sigüenza y accesible por carretera), que se continúa variado al infinito siguiendo el cauce del río hasta cerca de Matillas, donde vierte el Henares su caudal; si en Pelegrina el conjunto es mezcla de lo bucólico y lo agreste, La Cabrera es un escenario dantesco digno de lápiz de Gustavo Doré; cuadro de aguafuerte el de ese pueblecillo encerrado entre desfiladeros temerosos, mientras que aguas abajo la histórica villa de Aragosa (Faragosa o Fragosa), como la nombran documentos del siglo XIII) asoma los techos de las casas y la espadaña de su iglesia entre alamedas umbrosas y rientes hortales, enmarcado el todo por las agrias cuestas del valle estrecho, coronadas de rocas cortadas a pico, a las que se asoman árboles montaraces; el valle del Dulce es un bellísimo rincón de la provincia de Guadalajara, tan pródiga en bellezas naturales no por poco conocidas, menos encantadoras.

F. Layna Serrano

La Arquitectura Románica en la Provincia de Guadalajara

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EL LIBRO:

  • ASIN ‏ : ‎ B09LGWT1MY
  • Editorial ‏ : ‎ Independently published 
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 134 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8764450834
  • Peso del producto ‏ : ‎ 231 g
  • Dimensiones ‏ : ‎ 13.97 x 0.86 x 21.59 cm

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SUMARIO:


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-I-

PELEGRINA

SU ENTORNO HISTÓRICO-GEOGRÁFICO

Pág. 11

La Geografía. Demografía. La incorporación a Sigüenza.  El topónimo. Algunos topónimos del término.

 

-II-

ENTRANDO EN LA HISTORIA

Pág. 27

La conquista de Sigüenza. Fadrique de Portugal. La iglesia de Pelegrina.

 

III-

EL CASTILLO DE LOS OBISPOS

Pág. 51

El castillo de Pelegrina.

 

-IV-

LA VENTA DE PELEGRINA

Pág. 65

Los Salazar, señores de la Villa.

 

-V-

EL SIGLO XVIII

Pág. 75

Pelegrina, Siglo XVIII

 

-VI-

PELEGRINA, SIGLO XIX

Pág. 85

España en Guerra. Las guerras Carlistas. La vida municipal en el Siglo XIX. El Pósito. Sacristán-Secretario-Maestro. El Médico Cirujano. La asistencia médica y farmacéutica. Horno de pan cocer. El Hospital de beneficencia. Costumbre de guardería de ganado mayor. La campana del Concejo. Zofra y Ladra. Pelegrina en los Diccionarios. El final de un siglo.

 

-VII-

NOTAS DEL SIGLO XX, EN PELEGRINA

Pág. 117

Crónica del Siglo XX. El Teatro. Un Alcalde que se impone. La gripe de 1918. La Iglesia de la Santísima Trinidad. El Parque Natural de la Hoz del Río Dulce.



CIFUENTES, EL CRIMEN DEL ERMITAÑO

Mucho se escribió en su tiempo en torno al famoso “crimen del ermitaño”, ocurrido en Cifuentes (Guadalajara), en el mes de febrero de 1905, cuando comenzaba a celebrarse el tercer centenario del Quijote, Madrid se preparaba para el gran homenaje a Echegaray y Azorín tomaba las maletas para viajar a la Mancha con el ánimo de repetir el viaje de don Quijote, trescientos años después, por aquellas llanuras. 


Y mucho se habló de él, de Bibiano Gil, el ermitaño, y de su muerte. Un suceso, por las circunstancias que lo rodearon y el misterio en torno a su protagonista principal, el ya citado Bibiano Gil, que traspasó las fronteras de la provincial Guadalajara para llegar a Madrid y dar la vuelta por media España ocupando portadas en periódicos de amplia tirada, e información con ribetes de novela por entregas. 


Los ciegos cantaron coplas, y por las plazas de muchos pueblos se escucharon los romances de cordel que hablaron de la vida y milagros del ermitaño fallecido, así como de su cruel destino. 



 LA CASA DE PIEDRA. CRÓNICA DE UNA VOLUNTAD





   El 19 de marzo de 1907, Lino Bueno Utrilla, de 58 años de edad; natural de Esteras del Ducado (Soria), y residente en Alcolea del Pinar (Guadalajara), emprendió la tarea de tallarse una vivienda dentro de una roca en el pueblo en donde residía con su mujer e hijos. 



  Nada tenía que ver su obra con las conocidas viviendas-cueva, excavadas en la arena, en la falda de los cerros, en otros puntos de la península. 


   Durante cerca de veinte años, Lino Bueno horadó el interior de la roca, de rodezno, en la que talló basares para la cocina, escaleras o ventanas.

   Lo que sigue a continuación es parte de aquella historia; la repercusión del trabajo de un hombre que venció todas las dificultades en busca de un sueño: tener su propia casa.
 
ATIENZA. LA PEÑA MUY FUORT


Atienza, la Peña Muy Fuort del Cantar de Mío Cid es una de las villas castellanas de mayor renombre histórico a través de los siglos.

Una historia que ha conformado su pasado y su presente.La Historia, el Arte y el Costumbrismo, tienen cabida en esta obra, como los tres grandes apartados a estudio, a través de los que se desarrolla la vida de Atienza.








ATIENZA. LA PEÑA MUY FUORT. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ



Una obra sencilla, e imprescindible, para conocer Atienza en todos sus aspectos, como complemento de anteriores publicaciones de su autor, cronista de la villa y tierra de Atienza, y, quizá, como investigador de su pasado y su presente, la pluma más autorizada para hablar, y escribir, de la hidalga villa castellana.Una obra, en suma, a través de la que poder conocer, de manera amena, la villa de Atienza.







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 BOTARGA LA LARGA, CARNAVAL EN GUADALAJARA




Uno de los personajes centrales del carnaval en la provincia de Guadalajara es la figura de la botarga, que con ligeras variantes en cuanto a su función o vestimenta, aparece en algunas poblaciones y casi siempre en las festividades relacionadas con el carnaval. 
 




Sin lugar a dudas ésta es la figura más llamativa por su colorido, y por supuesto representativa del período carnavalesco de la provincia de Guadalajara. Una persona disfrazada con aspecto diabólico al que se da el artículo la, siendo en todos o casi todos los casos representación masculina, y concretándose sus orígenes en el siglo XVI. 

Sin embargo sus antecedentes son sin duda mucho más remotos y herederos de zarrones, zamarrones o cagarrones de otros puntos de la península. Aquí hacemos un recorrido a través de los enmascarados de Guadalajara. 

LA FERIA DE BRIHUEGA

Un acercamiento a su historia


   La feria, según las enciclopedias, es una institución mercantil de periodicidad generalmente anual o bianual. En la que se realiza la contratación de la compra venta de todo tipo de productos, y que está dotada de un régimen jurídico particular que reglamenta su funcionamiento



   Las ferias fueron, a lo largo de la historia, un motor económico para los pueblos que las celebraron, así como para sus comarcas, al tiempo que una fuente de ingresos para el concejo o a través de este para el señor de la tierra.
   Desde su establecimiento, se celebraron ferias a lo largo y ancho de España, y de la provincia de Guadalajara, hasta épocas recientes, tal y como recordamos las ferias primitivas. Habiendo quedado, al día de hoy, reducidas en la mayoría de los casos a una, o unas jornadas festivas, en las que se recuerdan oficios primitivos.







   La historia de la actual provincia de Guadalajara nos lleva a recordar que la feria provincial más antigua fue la de Brihuega, que viene de 1215. La de Cifuentes es concesión de Fernando III en 1242, y en Tamajón conservan el documento real signado por Alfonso X, en 1259, autorizando la feria.
   Tras estas, parejas en el tiempo, llegarían muchas más.
 
 
 
FRANCISCO LAYNA SERRANO. El Señor de los Castillos. Otra Historia de Guadalajara



   Francisco Layna Serrano es, quizá, el personaje más relevante de la cultura del siglo XX en Guadalajara.

   Hijo de médico rural nació en Luzón el 27 de junio de 1893, y en  Ruguilla pasaría su infancia hasta llegar al Instituto de Guadalajara, donde se hizo Bachiller; de aquí pasó a la Universidad madrileña para licenciarse en Medicina en 1916, especializándose en otorrinolaringología.



   Colaboró en diversas revistas médicas, dando a la imprenta obras de referencia para su época, como “Ensayos sobre Otorrinolaringología” (1921), o “Reflexoterapia endonasal” (1929). Sin embargo, la dedicación a la historia de su tío Manuel Serrano Sanz, le hizo inclinarse por ella al ser nombrado, Serrano Sanz, Cronista Provincial.

   Con su primer trabajo “El Monasterio de Óvila” (1932), se dio a conocer en la provincia al alzar la voz contra la expatriación del monumento. A continuación vio la luz su obra: “Castillos de Guadalajara” (1933).

   A la muerte de su tío Manuel le sucedió en el cargo de Cronista Provincial, ingresando, como Académico correspondiente, en las Reales de Bellas Artes y de la Historia, publicando otro de sus libros: “La arquitectura románica en la provincia de Guadalajara” (1935). Posteriormente la que será una de sus grandes obras: “La Historia de Guadalajara y sus Mendozas” (1942), que le valdría el premio Fastenrath, así como el ingreso en la Hispanic Society of América.

   Los “Conventos antiguos de Guadalajara” (1945); la “Historia de la Villa de Atienza” (1946), y la “Historia de la Villa condal de Cifuentes” (1955), formarán parte de sus grandes obras, junto con numerosos estudios y monografías provinciales, entre las que cabe citarse La Caballada de Atienza o el Palacio del Infantado de Guadalajara.
 
 
 
ANTONIO MACHADO. LIGERO DE EQUIPAJE

   El 22 de febrero de 1939 fallecía en Colliure (Francia), el poeta español Antonio Machado. Había cruzado la frontera, desde Barcelona, apenas un mes antes.

   Comenzaba, con la partida de Barcelona, en los últimos días del mes de enero, el fin de sus días. Un final que comenzó tres años antes, cuando desde Madrid tuvo que trasladarse a Valencia y de Valencia a Barcelona.

   Vivió el fin de la guerra refugiado en aquella ciudad, desde la que observo los bombardeos aéreos y vio  como poco a poco España era pasto de la guerra. Una guerra que también llegó a su familia, puesto que su hermano Manuel, con quien había colaborado literariamente, se encontraba en la otra parte de España, la que se sumó al Golpe Militar que llevó a la división española, y a las armas.



 

   Antes de llegar a aquel punto, la vida de Machado había estado dedicada al estudio; a sus clases en diversos institutos y por encima de todo, a la poesía.

   Es el gran poeta de la España del primer tercio del siglo XX; el cantor, por encima de todo, de los campos de Castilla.

   En esta sencilla obra se recuerdan los pasos principales de Antonio Machado por Soria y por Segovia y, se siguen los últimos días de su vida, los que le llevaron desde Barcelona a encontrarse con la muerte en Colliure.



(Esta obra obtuvo uno de los premios nacionales a la “recreación histórico-literaria”, en la I Semana de la Novela Histórica, en 2015)

   


MARANCHÓN, Y SUS MULETEROS

   Al menos desde finales del siglo XVII, y hasta mediada la década de 1950 del siglo XX, la provincia de Guadalajara tuvo entre sus gentes a un numeroso grupo de personas que se dedicaron al trato o la compra-venta de animales de labor; a la arriería así como a la cría y venta de ganado mular, asnal y caballar.



   Tratantes y muleteros que pasaron a la épica literaria a través de la pluma del insigne literato Benito Pérez Galdós, quien glosó en sus Episodios Nacionales, haciéndose eco de las crónicas periodísticas de la época, a los famosos “muleteros de Maranchón”, como han pasado a la historia; en realidad, tratantes de ganado mular. La descripción que de ellos nos hace Galdós en su Narváez es, quizá, una de las mejores definiciones de su tiempo, teniendo en cuenta que se escribió en los inicios del siglo XX, refiriéndose a la función comercial que estas gentes desarrollaban a mediados del siglo XIX, cuando la escena tiene lugar:


La soledad de Atienza se alegró estos días con la llegada de los maranchoneros... Son  estos habitantes del no lejano pueblo de Maranchón, que desde tiempo inmemorial viene consagrado a la recría y tráfico de mulas. Ello es que recorren hoy ambas Castillas con su mular rebaño, y por su continua movilidad, por su hábito mercantil y su conocimiento de tan distintas regiones, son una familia, por no decir raza, muy despierta, y tan ágil de pensamiento como de músculos. Alegran a los pueblos y los sacan de su somnolencia, soliviantan a las muchachas, dan vida a los negocios y propagan las fórmulas del crédito: es costumbre en ellos vender al fiado las mulas, sin más requisito que un pagaré cuya cobranza se hace después en estipuladas fechas; traen las noticias antes que los ordinarios, y son los que difunden por Castilla los dichos y modismos nuevos de origen matritense o andaluz. Su traje es airoso, con tendencias al empleo de colorines, y con carreras de moneditas de plata, por botones, en los chalecos; calzan borceguíes; usan sombrero ancho o montera de piel; adornan sus mulitas con rojos borlones en las cabezadas y pretales, y les cuelgan cascabeles para que al entrar en los pueblos anuncien y repiqueteen bien la errante mercancía.

Todo Atienza se echó a la calle a la llegada  de los maranchoneros con ciento y pico de mulas preciosas, bravas, de limpio pelo y finísimos cabos, y mientras les daban pienso, empezaron los más listos y charlatanes a dar y tomar lenguas para colocar algunos pares…




   Tratantes, arrieros y muleteros, que salieron a los caminos; ganaron y perdieron fortunas; portaron lenguaje o jerga propia: el chalán; más conocido en aquella tierra como Migaña o Mingaña, y dejaron su seña de identidad en algunos pueblos de la provincia y fuera de ella, donde al día de hoy todavía se conserva la memoria de su paso, y de su oficio.

   Paso, oficio y memoria, que nos remite, por encima de otros, y siguiendo la épica literaria, a Maranchón y sus famosos tratantes, mal retratados por la prensa –La Ilustración Española y Americana, enero de 1879- en el último tercio del siglo XIX:

   Su vida tiene mucho que ver con la de los gitanos, y aunque los muleteros maranchoneros, son por lo general paisanos del inmortal don Quijote, hay motivos para presumir, dadas sus costumbres, que cuando menos son una rama desprendida del árbol de la gitanería.
   El sirviente del muletero se ha criado en el campo, ha pasado todas las noches de su vida al raso, puede contar a los poetas que se levantan a las doce, cómo sale la aurora; ni conoce el frío ni el calor, come siempre con buen apetito. Duerme sobre la tierra sin más almohada que su castoreño y nadie le gana a escamotear lo que encuentra al paso, ponderar las cualidades de las muletas, apurar un jarro de vino y dar una puñalada al lucero del alba.
   No le habléis de política, de arte, de nervios; no os entenderá. Preguntarle por el pelo de las mulas, por los corvejones, por el diente, habladle de las ferias y le veréis animarse. Está en su salsa.
   El amo es lo que se llama un hombre rico. Tiene mucha gramática parda y no hay orador más elocuente que él cuando se trata de vender una mula.
   Después de recorrer las ferias vuelve a su casa, llevando una saya a su mujer y pañuelos de yerbas a sus hijas, y vuelta a la faena.
   Estos tipos desaparecerán muy pronto por completo, porque las onzas se acabarán y ellos no entienden de otra moneda”.
 
 
 
 
LA GUERRILLA DEL EMPECINADO EN GUADALAJARA (1809-1813)



   El día 2 de mayo de 1808 en las primeras horas de la mañana, y desde mucho antes del amanecer, hay en Madrid un inusual movimiento de carruajes en torno al Palacio Real que, dadas las circunstancias por las que últimamente atraviesa el reino, no pasan desapercibidos para los vecinos.
   Las puertas del Palacio Real se encuentran abiertas desde que comenzó a clarear y los cocheros parecen estar dispuestos para lo que aparenta ser un largo viaje.
   Los rumores de que los últimos miembros que quedan de la familia real se disponen a abandonar el edificio corren por los alrededores como un reguero de pólvora, y ese rumor es suficiente para que se vayan congregando a su alrededor un buen número de madrileños, que siguen con atención todo cuando ocurre en el entorno.
   Alrededor de las nueve de la mañana la reina viuda de Etruria por su matrimonio con Luis de Parma, Su Alteza Real doña María Luisa de Borbón, junto a sus hijos, sale de Palacio y ocupa el primer carruaje, y sin que nadie se interponga en su camino ni aparente la más mínima ira, sale del recinto; eso sí la sigue la mirada curiosa de un buen número de ciudadanos que se apartan a su paso. 
   A la Infanta de España, puesto que lo es por hija del rey Carlos IV, los tratos secretos hechos con Joaquín Murat, quien ya se veía coronado rey de España, la han granjeado la antipatía del pueblo de Madrid, que no reacciona ante su partida.
   Meses después Juan Martín Díaz, a quien apodarían El Empecinado, llegaría a la provincia de Guadalajara para convertirse en el primer guerrero contra los invasores, hasta ser conocido como “El terror de los franceses”.
   A través de la obra iremos descubriendo, una a una, sus acciones por los pueblos de una provincia de Guadalajara que quedó, durante aquellos años que mediaron entre 1808 y 1814, bajo el dominio francés, combatido por Juan Martín.



La Guerrilla del Empecinado en Guadalajara, el libro, pulsando aquí 
 
 
 

Episodios de la Primera Guerra Carlista en Guadalajara (1833-1839) 

 

   El 22 de diciembre de 1833, la ciudad de Guadalajara, tres meses después de la muerte del rey Fernando VII, proclamaba reina de España a quien su padre designó como heredera, la pequeña Isabel de Borbón y Parma, una niña de apenas tres años de edad quien reinaría con el nombre de Isabel II.

   Para dar el paso de recibir la corona su padre, meses antes de su muerte, había instado a la derogación de la Ley Sálica, que prohibía reinar a las mujeres, haciendo que con ello perdiese sus derechos quien, a falta de heredero varón, y antes de la entrada en vigencia de la Ley, hubiese correspondido el trono, su hermano don Carlos María Isidro de Borbón, hijo como Fernando VII del rey Carlos IV.

   Previamente a la muerte del rey, y tras la derogación de la Ley, el entonces infante anunció que, caso de proclamarse como reina de España a Isabel, declararía la guerra.


   Se encontraba don Carlos, cuando aquello sucedió, desterrado en Portugal. Desde allí dio a conocer sus intenciones a través del “Manifiesto de Abrantes”, el 1º de octubre de aquel año, dos días después de la muerte del rey, fallecido el 29 de septiembre. Aquello era el comienzo de la Primera Guerra Carlista.

   Por Guadalajara pasaron numerosos facciosos, o guerrilleros, de ellos tratamos. De Vicente Batanero y el secuestro de Baltasar Carrillo; de Juan Ballesteros, padre e hijo, conocidos como los Tiradores de Luzaga; del asistente de Balmaseda; del cura de Solera; del de la Bodera; del Feo de Buendía; de Padre Eterno; de Josefa la Cachorra; los Salazar de Fuencemillán; Antonio Caja o Julián Hualde, que pusieron nombre a una guerra que, como todas, nunca debió de haberse producido.
 
 
PAREDES DE SIGÜENZA. CRUCE DE CAMINOS. Aportes para una historia

   Se encuentra Paredes de Sigüenza en el extremo norte de la provincia de Guadalajara, al pie de los altos de su nombre que separan las actuales provincias de Guadalajara y Soria, dentro de la amplitud de la llanura conocida como “Valle del Salado”, por discurrir a lo largo de este el río que con sus aguas dio pie a la formación en el valle de decenas de explotaciones salineras producto de la desecación de las aguas cuando todo este territorio se encontraba ocupado por ellas. Un mar que llegaba hasta el interior de la península y que dejó en las entrañas de esta tierra, con su desecación, lo que habría de ser con el pasar de los siglos una de las riquezas principales, no sólo del valle, también de la provincia.
      Los estudiosos de la materia, al hablarnos de las salinas de la provincia de Guadalajara y concretar sobre las que se sitúan en torno al valle del río Salado y comarcas de Atienza-Sigüenza, nos dan cuenta de que los terrenos se encuentran formados por consecutivos depósitos de margas, yesos y arcillas: 




   …reductos de un mar primigenio que anegó las tierras del interior peninsular; aparecen surcados en sentido más o menos norte-sur, por diferentes cuencas tributarias de los rebordes del Sistema Central que buscan verter sus aguas sobre una de las principales redes hidrográficas de España: el Tajo. Un tributario de esta red es el río Henares, y a su vez el río Salado lo es del anterior. Su nombre indica su principal característica: desde sus orígenes en torno a la Laguna de “El Madrigal”, discurre cargado de sales procedentes del tajo que el curso de las aguas produjo en las arcillas del Keuper, masivas de este territorio[1].

   Continúan estos autores describiéndonos el terreno, dándonos cuenta de que el río Salado nace en el término de Paredes de Sigüenza, a los pies de la Sierra Gorda, conformando el conjunto del valle un peculiar trazado en zig-zag, al que se adapta el propio río conformado por varios tramos de norte a sur: el valle de Bochones, el valle de los Prados o de Atienza, el valle de Valdelcubo, el valle de la Riba, el valle del Salado-Vadillo, el valle del Atance y el valle de la Paramera de Baides. Siendo sus principales afluentes, salvo el Gormellón que lo hace por la derecha, el resto por la izquierda, el Berral, Querencia, Bretes y Vadillo.
   Justo es, en este punto, dejar constancia de la denominación de “Salado” para un buen número de ríos y arroyos a lo largo de la Península; incluso en la provincia de Guadalajara son numerosas las denominaciones si bien tal vez la más significativa sea la del río Linares, al que igualmente se le denominó “Salado”. Igualmente encontraremos la misma denominación en riachuelos y arroyos que bordean o bordearon las salinas provinciales.
   Hoy la población se encuentra en uno de esos puntos centrales de nuestra España vaciada, en la que domina el silencio.
   Pero, a pesar de ese silencio a que nuestros pueblos, y con ellos Paredes, han quedado condenados, la villa se mantendrá viva, mientras alguien la recuerde y nos quede un testimonio para poder dar fe de que tuvo una historia, unas vivencias, muchas cosas que contar de las que, las páginas que componen esta obra, pueden ser el comienzo.


 
 
 
 
 

 JUAN BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA:

    La figura de este célebre segoviano es tan saliente en la historia del alzamiento de las Comunidades como desconocidos e ignorados los detalles principales de su vida. Se sabe de él únicamente que fue de noble alcurnia, Regidor por derecho propio en el municipio segoviano; caballero de acostamiento, o sea, contino de la Casa Real con cuarenta mil maravedís de sueldo por su obligación de salir a campaña con la hueste regia cuando el rey le llamara, y una de las personas de más distinción y prestigio en la ciudad por la rectitud de su proceder y la claridad de su entendimiento.

 

JUAN  BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí

 

 


JUAN  BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí

 

    Unos años antes de la conmoción popular, cuando el Cardenal Cisneros con superior clarividencia se propuso organizar, y organizó la milicia regular que hasta entonces no existía, como medio de contrarrestar el poderío absorbente de los magnates y los desmanes de los pueblos, se valió de capitanes expertos que en diferentes provincias reclutasen soldados escogidos para aquella milicia salvadora, tronco y raíz del ejército permanente que hoy tenemos. Juan Bravo fue enviado por Cisneros a La Rioja, donde sino encontró la resistencia activa que Valladolid, Sevilla y otras poblaciones opusieron a los propósitos del Cardenal Regente, pudo convencerse, y así lo escribió al propio Cardenal en carta que la historia registra, de que por entonces más querían dinero los pueblos, que libertades.

    Cumplido su cometido, con mayor fortuna que otros capitanes, volvió a Segovia, donde la vida pacífica y tranquila de ordinario se deslizaba penosamente entre el general descontento por la larga permanencia del rey en Alemania, y más tarde por los abusos de los gobernantes, sobre todo desde las expoliaciones escandalosas del Sr. de Xebres y los demás flamencos, traídos en 1517 por el Monarca. Crecientes los abusos, el descontento y la fermentación tumultuaria de las quejas populares, sucedió lo que no podía menos de suceder al enterarse la pública opinión no sólo del propósito del rey de volver a Alemania para ceñirse aquella corona por fallecimiento de su abuelo Maximiliano, sino por el excesivo servicio de millones concedido por las Cortes de la Coruña al poder real, mediante los cohechos y prevaricaciones de algunos Procuradores, y entre ellos, según se susurraba, los de nuestra ciudad.

    En rebeldía más o menos encubierta una gran parte de la nación desde 1519, y sobreexcitado el vulgo por el común disgusto y por las acaloradas instigaciones de Toledo, acaecieron en este pacífico pueblo de Segovia los trágicos asesinatos de los alguaciles Melón y Portal y el del Procurador Rodrigo de Tordesillas; pero de semejantes crímenes, hijos única y exclusivamente del furor de la desmandada plebe, no es culpable directa ni indirectamente el caballero Juan Bravo…

    Juan Bravo fue, sí, pocos días después, el jefe de la rebelión de Segovia, cuando la resistencia de las ciudades, villas y lugares se fue generalizando contra el abusivo poder elegido por el rey al salir para Alemania… (Carlos de Lecea y Garcia: Relación Histórica de los Principales Comuneros Segovianos. Segovia, 1906)

    En esta obra, segunda edición ampliada de la ya publicada “Juan Bravo, de Atienza a Villalar”, el autor nos pone al día en la figura del insigne comunero segoviano, añadiéndonos cuantos datos se conocen en torno a su monumento, la búsqueda de sus restos, sus orígenes, familia, etc.

   Una obra que pone al día una de las figuras más representativas de la Guerra de las Comunidades de Castilla.

 


JUAN  BRAVO, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA (Pulsando aquí

 

 

 GUADALAJARA Y SUS SANTAS RELIQUIAS

   En el cristianismo el culto a las reliquias se inició en el siglo IV, sin embargo, la prohibición vigente en el Imperio Romano de abrir los sepulcros, impuso el hábito de extender la veneración a paños que habían hecho pasar por dichos sepulcros, o al aceite de las lámparas que los iluminaban, como ejemplo puedo citar que en la propia villa de Atienza, los devotos solían llevarse el aceite de la lámpara votiva del Cristo del Amparo, patrono la villa, en la creencia de que era milagrosa. Pronto se dejaron de cumplir aquellas disposiciones romanas, sobre todo en Oriente, a donde llegaron las reliquias de San Juan Bautista, San Esteban y de otros muchos santos de la cristiandad.


GUADALAJARA Y SUS SANTAS RELIQUIAS (I). El libro pulsando aquí

   Si bien en sus comienzos la iglesia fue contraria a las reliquias, abominando incluso de quienes hubiesen estado en contacto con los cadáveres.

   Po supuesto que las reliquias más importantes dentro de la iglesia católica son las que forman parte de la vida y muerte de Jesús, de la Virgen María, de los Apóstoles…, y entre todas ellas, las reliquias de la Pasión.

   De las espinas de la corona algunas llegaron a la provincia de Guadalajara, donde se conservan al menos en las poblaciones de Atienza y Prados Redondos. También llegaron a la catedral de Sigüenza; así como a las iglesias de Alcocer y de San Andrés, en Guadalajara.

   Su historia, en ocasiones, puede resultar demasiado enrevesada, puesto que se alternan realidad y leyenda. Lo conocido, en la mayoría de las ocasiones, comienza a estar escrito a partir de los siglos XVI o XVII –cuando lo está-, en otras es una simple referencia.

   También llegaron decenas de Lignum crucis; alguna Santa Sábana, una piedra de la circuncisión…; y muchas más reliquias de santos, apóstoles y mártires… una muela de Santa Apolonia, una espalda de un Santo Inocente; la cabeza de San Fortunato; un dedo de San Blas…



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   Albalate de Zorita, Alcocer; Almoguera, Almonacid de Zorita, Anquela del Pedregal, Atance, Atanzón; Atienza; Barbolla, La; Brihuega; Budia; Cantalojas, Cifuentes; Cogolludo; Córcoles, Escamilla; Fuencemillán; Fuentelencina, Fuentenovilla, Guadalajara; Gualda; Henche; Hita; Humanes de Mohernando… Son sólo algunas de las poblaciones de las que se habla en esta obra; por supuesto que no están todas las que, dentro de la provincia de Guadalajara, conservan algún tipo de reliquia, pero sí, al menos, al más conocidas. El resto llegarán después.

  


 MARÍA PACHECO, LA Comunera de Toledo

 

   Desde la muerte de la reina Isabel la Católica, Castilla vivió en continúas alteraciones; primero con el regimiento de su viudo, el rey Fernando de Aragón; después con el de Francisco Jiménez de Cisneros, quien lo regentó en nombre de su nieto, Carlos I, ante la supuesta locura de la reina Juana, a quien correspondía reinar. 

 



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   La llegada de Carlos I, el nombramiento de gobernadores flamencos para regir el reino y sus principales obispados, llevaría a un enfrentamiento civil que terminó en la jornada de Villalar, cuando el 23 de abril de 1521 se enfrentaron sus ejércitos y los de las ciudades alzadas en nombre de las Comunidades de Castilla. Un día después, el día 24, los principales capitanes, Padilla, Bravo y Maldonado, representantes de Toledo, Segovia y Salamanca, fueron ejecutados públicamente.

 

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   La viuda de Padilla, María Pacheco de Mendoza, hija del Conde de Tendilla, Gobernador de Grana-da, sostuvo en alto los pendones de Toledo, enfrentándose al Rey Emperador durante nueve meses más. Hasta que pacificadas las fronteras, amenazadas por el rey de Francia en Navarra, pudo acometer la conquista final de rendir Toledo a su obediencia.

   María Pacheco de Mendoza nació en Granada, hacía 1496… La historia la conoce como “La Leona de Castilla”, o “El último Comunero”, o “La Brava Hembra”, o simplemente, María Pacheco.

 


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   El autor nos sitúa en su época, en el antes y el después de la Guerra, siguiendo el relato que en su tiempo dejase escrito Diego Sigeo, a quien da palabra para conformar lo que pudieron ser aquellos años, desde la perspectiva de ambos, María Pacheco y Diego de Sigeo, quien se convirtió en su preceptor de Humanidades.

   María Pacheco falleció en Oporto, siendo enterrada en aquella catedral, conforme a lo que apunta Diego de Sigeo en la obra a la que se sigue en este relato: “Relación sumaria del comienzo y suceso de las guerras civiles que llamaron Las Comunidades de Castilla, de cuya causa se recogió la muy ilustre Señora Doña María Pacheco, que fue casada con Don Juan de Padilla a Portugal”.

 


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LAS MADERADAS Y LOS GANCHEROS DEL TAJO
El transporte fluvial de la madera en Guadalajara

 

   El río Tajo es el más largo de la Península Ibérica, atravesando una gran parte de ella desde su nacimiento en los Montes Universales, en la Sierra de Albarracín, hasta unir sus aguas con las del Océano Atlántico por Lisboa, tierras de Portugal. A lo largo de sus 1.007 kilómetros de recorrido atraviesa parte de las provincias de Teruel, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Toledo y Cáceres, por aquí se adentra y pierde en el país vecino. 

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   Fue también uno de los más caudalosos de la provincia, y por su extensión de los que más afluentes recibe, y recibió. En la actualidad su curso se interrumpe con embalses y pantanos, en Guadalajara y Cáceres principalmente. Embalses y pantanos que de alguna manera comenzaron a interrumpir una de las industrias que, nacidas conforme cuentan algunas historias en los años finales del siglo XV llegó hasta los años medios del siglo XX, cuando embalses y pantanos hicieron poco menos que aquella desapareciese. También es cierto que la moderna industrialización ayudó a ello. Se trataba del transporte de maderas a flote por las aguas. Las conocidas maderadas. Una forma sencilla y económica de transporte, aunque no fuese nada rápida y dependiese, más que de la destreza o habilidad de los hombres, de la fuerza y corriente del río, por ello el tiempo del transporte de la madera por el río solía iniciarse en los últimos días del invierno e inicios de la primavera, para aprovechar los deshielos de las cumbres que a través de los afluentes engordasen el río, cesaban por algunos meses a partir de septiembre u octubre, con la llegada de los fríos invernales.

   Cuentan las viejas historias que la vez primera en la que por el Tajo bajaron desde las altas sierras de la comarca de Molina de Aragón las maderas fue cuando el cardenal don Pedro González de Mendoza ideó la construcción en Toledo del Hospital de la Santa Cruz. Un Hospital para la acogida a los niños huérfanos y desamparados de la ciudad en el que se emplearía, como en las construcciones de aquellos tiempos, mucha madera.


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Entramos, con esta obra, en el mundo del transporte fluvial de la madera a través del río Tajo, en la provincia de Guadalajara

 

 

 


 

 


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