ATIENZA
A TRAVÉS DE SUS PERSONAJES
· Tapa blanda: 154 páginas
· Editor: CreateSpace Independent
Publishing Platform (8 de febrero de 2017)
· Idioma: Español
· ISBN-10: 1542994780
· ISBN-13: 978-1542994781
Autor: Tomás Gismera Velasco
Tomás Gismera ha
escrito un libro muy interesante. Un libro especial por su contenido, ya que
trata de aquellas gentes que a lo largo de la Historia de Atienza han ido
transformando la villa con sus quehaceres vitales.
Como
podrá comprobar el lector, unos personajes son más conocidos que otros, aunque
casi todos serán totalmente desconocidos para la mayoría, y ahí, precisamente,
reside el interés de este libro.
Unos
nacieron y pasaron por la vida anónimamente. Bastante tuvieron con vivir su
vida, si además, por circunstancias socio-políticas concretas les tocó un
momento difícil, de guerras, pestes o miserias...
Otros
nacieron tal vez en los mismos momentos y, por ánimo, riquezas o compromisos
sociales y honoríficos, tuvieron que desempeñar cargos en los que despuntaron,
pero a los que después la historia, la que se escribe con hache mayúscula, ha
tenido a bien considerar como de “menor importancia” o, como si dijéramos, “de
segunda fila”, segundones.
Algunos
más, muy pocos, destacaron por encima de los anteriores y figuran en los anales
de la historia con mayúscula.
Es
de estos últimos de los que habla el presente libro en su mayor parte, de
gentes que por lo general nacieron en Atienza y que dejaron su huella a través
de sus libros, dedicaron su esfuerzo a promocionar el pueblo que
les vio nacer, contribuyeron a conservar y extender los límites de un reino
ayudando a su señor natural, y creyeron en una idea y la defendieron por encima
de todo con el fin de hacer una villa atencina más próspera.
Su autor, el autor
del libro, recuerda que no están todos los que fueron, aunque probablemente,
con el paso del tiempo aparecerán nuevos nombres que añadir a la presente
nómina, y los que están han sido elegidos al azar y sus biografías se verán
revisadas y, en su caso, ampliadas en próximas ediciones.
Y
añade más, que podría haber ampliado esa lista con nombres de quienes no
habiendo nacido en Atienza la han dado a conocer ampliamente y han estudiado su
historia, su arte y sus costumbres. Nombres como los del doctor Francisco Layna Serrano, el poeta José
Antonio Ochaíta, biografiados por el propio Gismera, el periodista Luis Carandell o el
fotógrafo Santiago Bernal, entre otros, además, claro está, o de Isabel Muñoz Caravaca y su hijo Jorge, cuya
peripecia vital fue estudiada con minuciosidad y posteriormente publicada por
el doctor Juan Pablo Calero Delso.
En
fin, son: “biografías trazadas con la pluma que sale del corazón en la mayoría
de los casos. Arrancadas igualmente a las páginas de los libros de la
historia, y hechas recuerdo y emoción en las calles de Atienza, y para la
memoria siempre viva de Atienza”, personajes que en muchos casos no sabíamos
que fueran atencinos, protagonistas de historias “a veces tristes”, que no
deben quedar en el olvido y de las que debemos aprender, al menos lo bueno, de
lo que nos legaron.
Tomás
Gismera, que ya nos había adelantado algunas notas biográficas de los más
significativos nombres que aparecen en su libro, a través de las páginas de la
estupenda revista mensual Atienza de los Juglares, divide a los
personajes -treinta y uno “Y muchos más...” en total- en seis grupos
cronológicos distribuidos entre la Atienza medieval; la Atienza de los Bravo de
Laguna -fundamentalmente el siglo XV-; la Atienza del Siglo de Oro -siglos XVI
y XVII-; Atienza en el siglo XVIII -de los Elgueta a los Beladíez-; Atienza
entre dos siglos, y Atienza, siglo XX, a los que precede una breve introducción
acerca de la época y cómo ésta se vivió en Atienza y sus pueblos circunvecinos,
a través de la que el lector puede hacerse una idea más completa del personaje
de que se trate en cada ocasión.
Entre
los de época medieval menciona a un Gonzalo Ruiz de Atienza, el hombre del rey,
especie de privado, que acompañó a Fernando III en la conquista de Sevilla, de
“particular memoria” en Elogios de los Conquistadores de Sevilla, de
Argote de Molina, siglo XVI, donde se dice acerca de Gonzalo Ruiz de Atienza
que era “uno de los principales caballeros de aquel tiempo y de quien el rey
hizo mayores confianzas, fue por su embajada al infante don Felipe y a los
ricos homes del reino que estaban desavenidos del rey en el reino de Granada, y
así mismo por embajador al rey moro...”.
Igualmente
dedica algunas páginas a Aparicio de Atienza, obispo de Albarracín a finales
del siglo XIII y a Francisco de Atienza, que fue elegido abad de San Zoilo de
Carrión el 5 de noviembre de 1524.
Especial
interés tiene fray Juan de Ortega Maluenda, que después de ostentar numerosos
cargos entre los jerónimos, dejó la duda -todavía no resuelta con claridad- de
haber sido el autor del famoso Lazarillo de Tormes.
Tres
personajes completan el apartado destinado a la Atienza de los Bravo de Laguna:
Juan Bravo, que luchó al frente de los Comuneros; Luisa de Medrano, la primera
mujer catedrático no sólo de España o de Europa, sino de todo el orbe, que
ejerció en la Universidad de Salamanca, a comienzos del siglo XVI, grandemente
ensalzada por Lucio Marineo Sículo, y Catalina de Medrano, que tantas obras
mandó realizar en la iglesia de San Francisco.
Sin
duda la figura más conocida es la del Comunero Juan Bravo, al que tras su
ejecución en Villalar, le fueron confiscados todos sus bienes, entre los que
había algunas propiedades en Atienza, así como unos pozos de sal que le
rentaban quinientos ducados y reclamó el obispo de Oviedo. El padre Luis
Fernández Martín, en su libro Juan Bravo (Segovia, 1961), realiza un
magistral estudio genealógico de nuestro personaje y aporta suficientes pruebas
como para dejar aclarado su nacimiento en Atienza en 1484, en el propio castillo,
pues la casona que actualmente se conserva en la plaza de abajo fue levantada
por sus parientes hacia 1568.
Gismera
da a conocer tres figuras más en el apartado dedicado al Siglo de Oro. Se trata
de Francisco de Segura, hombre de espada y pluma que se codeó con los más
importantes ingenios, Cervantes, Quevedo, Lope, de quien se piensa que debió
tener “algo que ver” en la autoría del apócrifo quijote de Avellaneda y
ampliamente conocido en el mundo de la investigación literaria; el retablista
Diego de Mayoral y Torija, que aprendió del seguntino Diego del Castillo y fue
uno de los más afamados de la comarca atencina, siendo el autor del retablo
mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de Atienza; de dos colaterales en
la parroquia de Galve de Sorbe; parte del mayor de San Juan del Mercado,
también de Atienza; además de otros muchos trabajos en Barbatona, Querencia,
Fuentegelmes, etcétera, y Ana Hernando, cerera en palacio, que dejó suficiente
caudal como para construir en Atienza un hospital bajo la advocación de Santa
Ana.
En
el siglo XVIII incluye dos de las sagas más influyentes en el Atienza del
momento: la de los Elgueta Vigil y la de los Beladíez, sin olvidar a don Juan
José Arias de Saavedra y Verdugo de Oquendo, más conocido como el “padre” de
Gaspar Melchor de Jovellanos, y la figura del obispo Antolín García Lozano.
Del
primer grupo familiar ofrece datos de cuatro hermanos: Pedro Miguel, licenciado
en Derecho, que fuera Administrador Real de la Salinas de Atienza,
formadas a la sazón por Imón y La Olmeda; Antonio, que pasó la mayor parte de
su vida en Murcia, donde desempeñó el cargo de Secretario del Secreto de la
Inquisición, gran mecenas de las artes, especialmente de la Arquitectura, -que
fue quien incitó a la familia Salzillo a establecerse en Murcia, donde fue
protector de Nicolás, padre el escultor-, pero al que se conoce antes que nada
por haber sido el autor de La cartilla de la agricultura de las moreras
(Madrid, 1761); Baltasar, que fue Intendente Real, y José, destacado -al igual
que Baltasar- en la Guerra de Sucesión, como consta en su hoja de servicios, y
único de los hermanos que aspiró a ocupar algunos corregimientos de las nuevas
ciudades chilenas.
Del
segundo, los Beladíez, naturales de Miedes, menciona a José María, que tanto
tuvo que tan importante papel jugó durante la Guerra de la Independencia como
miembro de la Junta y Diputación de Guadalajara, y Joaquín María, hermano del
anterior, riquísimo poseedor de ganados finos trashumantes y Administrador
Tesorero de Consolidación de Guadalajara, destacado durante el mismo conflicto
bélico, son muchos los datos que aporta Gismera en su libro.
El
quinto capítulo, Atienza entre dos siglos, recoge las peripecias vitales de
Baltasar Carrillo Manrique, uno de los personajes más influyentes política y
socialmente en la Atienza de finales del siglo XVIII hasta su fallecimiento en
1843; Francisco Briones Cardeña, doctor en Derecho y liberal conservador, que,
con la llegada del régimen democrático, tras la Revolución Gloriosa de septiembre
de 1868, dio fin a su carrera política, profundamente caciquil; Dionisio
Rodríguez Chicharro, desconocido historiador que dedicó gran parte de su vida a
ir recopilando datos sobre numerosos pueblos de la provincia, especialmente de
aquellos que tuvieron algo que ver con el Común de Villa y Tierra de Atienza,
centrándose en los que posteriormente pasaron a los señoríos mendocinos y fue
autor de una concienzuda Relación Historial de la Villa de Atienza,
complementaria de su Historia de Miedes, una Memoria de
Hiendelaencina, Noticias de la villa de Hijes, Notas acerca de la
ejecutoria de nobleza de los Álvarez, Culto en Torija a Nuestra Señora
de Sopetrán, Memorial a favor del Conde de Aguilar, así como de un Resumen
de la riqueza imponible de la provincia de Guadalajara en 1852, además de
constante colaborador de don Juan Catalina García López, a quien envió números
datos para sus escritos; el médico Pedro Solís Grepi, que junto a Eduardo
Contreras de Diego, fundaría el Casino de Sociedad de Atienza y daría a la luz
pública la revista Atienza Ilustrada.
Quizá
más conocidos -por más cercanas en el tiempo- sean las figuras que recoge en el
apartado destinado al siglo XX: Bruno Pascual Ruilópez, Diputado y Senador
nacional, Decano del Colegio de Notarios de Madrid; Antonio Pascual Ruilópez,
pionero de la viticultura; Francisca Pascual Ruilópez, “Doña Paquita”, madrina
del somatén atencino y gran benefactora de la villa; el alcalde Doroteo
Cabellos Esteban; Gil Ruiz Domínguez, víctima de la barbarie nazi en Mauthausen;
el maestro Teodoro Romanillos Chicharro, fundador en 1925 de El Magisterio
Arriacense y gran defensor de los derechos de los maestros; Julio Ortega
Galindo, el genio de Deusto, Catedrático de Geografía e Historia en el
Instituto de Enseñanza Media de Bilbao y de Historia del Derecho y Geografía
Económica de la Universidad de Deusto y prolífico autor; Juan Francisco Marina
Encabo, “El hombre del Cid”, abogado que llevó la causa de Vivar del Cid a la
hora de recuperar el manuscrito del Poema del Cid, entre otras muchas
cosas, y muchos más… ya que la nómina de atencinos destacados es muy amplia.
J.R.
López de los Mozos
(La presente reseña fue publicada en diferentes medios de prensa por el estudioso bibliógrafo José Ramón López de los Mozos, con ocasión de la aparición del libro en edición papel. En la actualidad puede adquirirse, igualmente en edición papel, a través de Amazon)
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